11 de abril de 2013

El Papa kirchnerista


Cuando Nestor Kirchner asumió la presidencia en 2003, hizo claros esfuerzos desde lo simbólico para marcar diferencias con todos sus sucesores: Malabares con el bastón presidencial, saco cruzado desabrochado o evadir la custodia presidencial para saludar de a pie en la Plaza de Mayo a las miles de personas que lo habían ido a ver. Tanto fue la temeraria travesía, que terminó con una herida en su frente producto de un golpe provocado por la cámara de un periodista (algo premonitorio de la difícil relación de su gobierno con la prensa). Ese Presidente evitaba los protocolos, no leía en sus discursos y firmaba actas oficiales con una simple lapicera Bic.

Diez años más tarde el mundo se sacude por el nombramiento del primer Papa latinoamericano: Un viejo conocido de Kirchner a quien él mismo tildó de “Jefe de la oposición”. “Fueron a buscarme al fin del mundo” dijo Jorge Bergoglio en su primera aparición como obispo de Roma.

Y fue en esa aparición donde Bergoglio, o Francisco, comenzó a evitar las tradiciones y protocolos del Vaticano. Decidió mostrarse sólo con el simar sin la muceta ni la estola y saludar a los fieles con una mano a medio alzar, muy diferentes de los saludos de sus antecesores que lo hicieron con ambos brazos en alto como si vinieran de ganar un Grand Prix.


Habla en italiano y no en Latín, y se permite hacer comentarios en su lengua de origen, el español. Se lo ve molesto cuando quieren besar su anillo, se acerca y saluda a los feligreses, a quines abraza y permite que lo toquen, y sigue usando sus zapatos, los mismos con los que viajó desde Buenos Aires, y nos los típicos rojos papales.

Estos gestos de sencillez y austeridad, tanto como la elección del nombre en referencia a San Francisco de Asis, deben ser leídos en realidad como elecciones coherentes por su adhesión a la orden de los jesuitas, que contrasta con su predecesor Joseph Ratzinger, miembro de la orden de los cistercienses.

Es cierto que Jorge Bergoglio no es ni será kirchnerista, y que el título de esta nota es sólo una estratagema que invite a su lectura, mas allá de que haya claros parecidos entre la asunción de uno y otro. Y si bien hoy algunos medios aprovechan las críticas de Bergoglio a los gobiernos de los Kirchner para embanderarlo como aquel referente de la oposición que el mismo ex Presidente imaginó, es cierto que la realidad dista mucho de serlo: Una cosa fue el Arzobispo Bergoglio, otra será el Papa Francisco. Sólo el tiempo dirá si el nuevo Sumo Pontífice promoverá los cambios que el mundo, al menos desde lo discursivo-clerical, necesita, o si será otro intento fallido

Pero si hay una extraña similitud entre Kirchner y Bergoglio: que así como Argentina en 2003 exigía un presidente que traiga cambios de fondo, hoy el Vaticano necesita de un líder que cuente con las condiciones para renovar la curia y traer aire fresco en la Iglesia. Y curiosamente, los dos, venían del sur.

Por Hernán Bañez.
(Nota fallídamente escrita para un matutino de Buenos Aires)