Una de mis primeras preguntas acerca del uso
del lenguaje fue por culpa de los Pitufos. Si, esos duendes que marcaron
nuestra infancia un día dividieron su pueblo en dos, y no fue por la aceptación
o el rechazo de ayudas sociales o diferencias acerca de la distribución de la
riqueza, nada de eso: Su problema fue el lenguaje.
Es que Vanidoso y Genio debaten si al utensilio que nos permite abrir una botella de vino se llama destapapitufos o pitufacorchos. La discusión es trasladada a una obra de teatro en
donde se pelean por llamarla “Caperucita pitufa” o “Pitufina roja”. Y para
terminar de dividir la aldea en dos, se agarran a las piñas en un partido de
fútbol (si, se los juro). ¿Cuántos significados puede tener la palabra
“pitufos”? me preguntaba a mis cándidos 7 años. Tal vez haya sido esa
historieta la que me llevó al estudio de la comunicación, y por ende de la
lingüística. ¿Sería “pitufos” una palabra polisémica?.
La polisemia es la propiedad que tiene una misma palabra de tener varios significados diferentes, aunque sean palabras que suenen y se escriban
iguales. Por ejemplo, en un ambiente tropical,
podríamos citar la palabra “gato”, que es al mismo tiempo significante de un
felino, de un bisoñé, de un cricket, un baile tradicional, una mujer de ligeros
hábitos sexuales o un pibe con extrañas cualidades sociales.
Si bien la polisemia
se convierte en un problema que puede dividir hasta a los amigables Pitufos,
nada de eso pasa en el rock. Ya que hace décadas, los rockeros vernáculos lejos
están de confundir el significado de su particular lenguaje: la curten todos
por igual.
Es difícil discernir a ciencia cierta el origen
de algunos términos, ya que el rock de
acá toma muchas palabras del lunfardo. Y decimos “lengua del rock” cuando
queremos explicar las palabras que usan los músicos y sus seguidores (que bien
ha exacerbado Paolo el Rockero en los ´80). Una terminología que sin dudas ha
excedido la escena rock y ya se ha hecho parte de la cultura popular. A tal
punto que usamos
modismos rockeriles inconscientemente,
por el hecho de haberlos naturalizado.
“Loco”, “onda” y “copado” pueden ser las más polisémicas del rock, pero
al mismo tiempo las que más consenso tienen. Al decirle loco a otra persona, se lo está identificando como sujeto, se lo
está categorizando como alguien “del palo”. “No te apures ya mas loco”
aconsejaba Spinetta en Bajan, en 1973. “Loco, ¿no te sobra una
moneda?, es de
Charly, a principios de los ´80. Ahí ya muestra mucho del lenguaje de la calle,
del pibe asiduo a los conciertos, del pibe con calle que se expresa de modo
distinto a la norma social protocolar. Digo, "loco" como forma de
referirse a un par, a un amigo”, dice Rodrigo
Cardozo, periodista y rockero heterodoxo.
Onda y copado son casi palabras mágicas. De la
primera se pude decir que algo es bueno o que es malo, que se comparte o que
no. “Es un estilo a” o “me cortó el dialogo”, también puede referir a una mala
atmósfera, en fin, estos son solo algunos de las posibilidades de
significaciones que ofrece.
Copado es algo que cumple con todos estos
requisitos nombrados: ser “de verdad”, algo que no se vende, que tiene aguante,
que representa para quien lo nombra un comportamiento o una cualidad que él
tiene o quisiera tener. "Este tema es copado", "sos re
copado", se le adjudican a las acciones y a los objetos cualidades de las
que carecen, en pos de una proyección de un ideal joven y rockero.
Hay otros términos rockeriles como bardo, bajón, flash, y
curtir que no dejan lugar a la confusión. “Bardo
es sinónimo de hacer lío, de no hacer lo que se considera correcto, de
descarriarse” dice Cardozo, y recuerda que “el lenguaje del rock tomó mayor
impulso cuando en plena guerra de Malvinas se prohibió la difusión de rock en
inglés en favor de una mayor rotación de música joven nacional. Ahí es donde el
argot juvenil empieza a copar las calles y las ondas radiofónicas”. Flash es como alucinar, como delirar,
incluso pude usarse para calificar a una persona (“Esa mina es un flash”). Curtir tiene varios significados: puede
ser tener algo sexual, o puede referirse al estilo de música que escucha uno
(como “ese curte Bowie”).
Por otro lado, Julián Elencwajg, periodista especializado en rock que
hoy trabaja en Quiero Música, dice
que “al haber crecido en contacto
permanente con el rock se me hace difícil establecer una diferencia entre
"modismos rockeriles" y no rockeriles, no sé bien qué modismo nació
del rock y se popularizó y cuáles fueron tomados por el rock. Siempre me llamaron
la atención los neologismos vinculados al rock, sobre todo para hablar de
géneros, como rock alterlatino o rockumental”.
“Hay términos
que me llaman la atención debido a la interacción que hacen con el fútbol, por
ejemplo cosas como no transar, ser de
verdad, tener aguante. Hay mucho machismo en el rock, es un arte sumamente
fálico aunque se disfrace de libertario” dice Cardozo, a lo que Elencwajg agrega “rock,
fútbol y drogas están en contacto casi permanente, por eso es difícil
identificar su origen, las palabras circulan. También están las expresiones
vinculadas al rock barrial o chabón
como el "aguante" y los "trapos", pero nunca me interesó
demasiado esa escena”. Una vez más, entramos en el análisis de la relación
entre el rock y el Futbol.
“Ser de verdad y tener aguante vienen del rock,
claramente. El lunfardo aportó cosas como no
chamuyar, manyar, otario. Uno de los principales aportes del rock al léxico
es precisamente la verbalización de la palabra “rock”. Que hoy en día aparezca
una publicidad diciendo "rockeá tu internet" muestra el proceso de
socialización que tuvo el rock” aporta Cardozo.
Todo un palo, ya lo lees
Este
encriptado lenguaje telúrico se ha naturalizado al extremo. Si alguien hoy
dijera “Que bajón, ese bardo era un flash, que mala onda loco” pocos no
entenderían que se está queriendo expresar que una persona está deprimida por
que ya no se puede alterar con algo que antes le provocaba cierta excitación, y
se lo cuenta a alguien con quien comparte esa sensación de malestar. De hecho,
tal vez podría estarse refiriendo a algún local de recitales que ha cerrado sus
puertas. Pues para comprender estos códigos definitivamente hay que ser del
palo.
“El palo”
es algo que se comparte, que está de moda, es bueno. En “los lugares del palo”
se venden los discos de las bandas del
palo. Y para ser del palo, tiene
que haber un palo. Que si se lo
disfruta y va a mil, puede ser algo
que está al palo (al palo se rockea, aunque
también puede tener una connotación sexual).
Dentro del palo, algunos términos resignificados, como por
ejemplo la "misa" ricotera o el “ritual”. Otras palabras son netamente
rockeras vinculadas al periodismo de rock, o prácticas rockeras como el cover, el pogo y el mosh. Por lo
que Elencwajg sostiene
que “nunca
tengo claro si son inventos de los periodistas o lo toman de otro lado,
¡maldita semiosis!”.
“Ni
siquiera hay consenso acerca de que es rock. Porque es a la vez amplio y sectorizado,
por eso se dan las discusiones medio pavas sobre qué es rock y qué no, o qué es
metal y qué no. Hay puristas del punk y del reggae con los mismos planteos que
los metaleros y rockeros ortodoxos. Me gustan los temas de rock que hablan
acerca de lo que es el rock, el “meta-rock” pensándose a sí mismo y jugando con
los clichés” dice Elencwajg.
Tampoco
podemos dejar de mencionar términos polísémicos como colgado (olvidadizo, despistado, poco serio) o fisura (cansado, hastiado, drogado) que hacen a ese argot rockero y
argento. O ser careta, algo que ya fue, en fin. Analizar el lenguaje del
rock en argentina es una empresa que abarcaría una biblioteca, y más aun si nos
remontamos a sus orígenes en canciones o tapas de discos. Pero esta
codificación lingüística ya está naturalizada para quienes ostentamos menos de
65 años (edad de los mayorcitos del rock hoy) y para todos los convivientes de
una sociedad aun cuando no sean sujetos de rock. Hasta el enano represor de
Eduardo Feinman podría entender si le decimos ¡Curtite, careta!
Por Hernán Bañez
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Ya despiértate nena
Este año se
cumplieron 50 años de existencia los míticos Rolling Stones. Para homenajearlos
se realizaron cientos de artículos recordando a la banda, pero hay uno en
particular que me llamó la atención, el mismo fue un análisis de contenido que
realizó la revista Paste
en el cual (usando como corpus una lista de las 50 canciones de la banda)
analizaron que término era el más utilizado en sus letras.
En el podio de dicho conteo quedo la palabra never (nunca) con 58 menciones y le siguieron en la lista girl (chica), baby (nena) y time (tiempo, veces) cada una con más de 50 menciones. Esto me recordó un debate de hace unos años: la abundancia del término “nena/nene” en el rock nacional.
Si pensamos en letras del rock nacional, ya desde el título hay cientos de temas que usan este término a saber: “Despiértate nena” y “Nena boba” de Spinetta, ”Nene, nena” de los Redondos, “Mi nena” de Charly García o incluso “Eiti Leda” también del bicolor, en una primera versión se llamaba “Nena”.
Eso sin contar las innumerables veces que Gustavo Cerati usa este sintagma en sus canciones, sólo recordar unas estrofas de “Sueles dejarme solo” o “Entre caníbales” nos topamos en nena, eso sin contar la carrera solista del ex Sosa en la cual este término es utilizado con tanta desenvoltura que ya llega a saturar.
Ahora, ¿por qué la obstinación con este vocablo? Si volvemos a los Rollings ellos entre sus locuciones más utilizadas tenían el equivalente al “nena/nene”, este es “baby”, aunque literalmente es “bebé”, sabemos que no están hablando de un niño de corta edad, y en el rock nacional se expresa el mismo significado.
Aquí, vemos la polisemia del término, si bien para nosotros (argentinos criados escuchando rock nacional) esto resulta natural, para muchos amigos latinoamericanos es seguro que no les resulta tan común. Nena/nena ya se convirtió en una muletilla del rock nacional, por este motivo, Capusotto al armar la parodia de rockero argento con su personaje Pomelo adopta la frase “rock and roll nenene”.
De este modo, vemos como el rock nacional no sólo usa términos provenientes del lunfardo (que tiene una influencia de la inmigración italiana y emergieron en un primer momento en el tango), sino que también adoptan términos que son usuales en el rock anglosajón y “nena-nene” es un claro ejemplo.
Así desde los orígenes del rock nacional este término tuvo gran repercusión en letras de canciones, hoy no es la excepción y quizás los casos emblemáticos son el disco "Nena" de Carca, “Nena me gustas así” de Viejas Locas o el auto paródico “Soy tu nena” de Emmanuel Horvellieur. Como los Rolling Stones cumplieron medio siglo utilizando éste término, el rock nacional sigue el mismo camino que surcaron las piedras rodando.
Por Jésica Niz
Especialista
en Comunicación y Punk
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Publicado en Yo Soy La Morsa #28