28 de febrero de 2011

Fútbol y rock, un solo corazón


En Mayo de 2007 la revista La Mano dirigida por Roberto Pettinato publicó un artículo dónde se entrevistaba a Luis Alberto Spinetta. La entrevista pertenece al periodista Sergio Marchi y en ella, el “flaco” se manifiesta contra la denominada “cultura del aguante” que derivó en la llamada "tragedia de Cromañon”.

“La cultura del aguante murió con Cromañon, esa actitud prehistórica de la cancha de ir a reventarse con trapos y pirotecnia nunca debió haber llegado al rock, y esa tragedia les tendría que enseñar a la gente que el rock es otra cosa, es arte y música, y se lo aprecia desde si mismo” Declaró Spinetta.


El Flaco se refiere precisamente a esa relación banda-público que se genera en los recitales, espacio en el que los seguidores de la banda adquieren un protagonismo que, hasta antes de la aparición de Los Redondos, le había correspondido exclusivamente al artista. El pogo, las banderas, los cantos y las bengalas, costumbres y códigos extraídos del fútbol, trasladan el show hacia abajo del escenario. (ver nota: "Sónicos y chabones. El rock en la década del 90 y sus genes" en Yo Soy La Morsa, Nro 9)

Esto nos lleva a la pregunta ¿Qué nos pasó como sociedad que transformamos al rock en una cancha? cuando ir a un recital como a un partido debería ser el placer de ver lo que pasa dentro del campo de juego o arriba del escenario.



En este sentido, Marchi escribió tiempo después un libro que trata sobre la tragedia de Cromañon llamado “El rock perdido: De los hippies a la cultura chabona”, una obra recomendable para quienes aman la música y el rock, en la cual el autor describe los genes del rock: “En los 60 el rock argentino inició su andar contraponiéndose a esa chatura que venía revestida en un envoltorio caracterizado de 'ser nacional'. La idea era diferente, respetar y hacer respetar el derecho a la diferencia y también buscar la iluminación a través de la música y de las ideas que esta ponía en marcha. Y una de ellas era que uno no estaba obligado a ser como `el rebaño´”. y los contrapone a lo que derivo en Cromañon “…parece un capricho del destino que en Republica Cromañon hiciera eclosión la “cultura del aguante”, esa actitud prehistórica, cavernaria de saltar para golpearse. Lastimarse y herir a los demás con una mirada violenta, triste, egoísta y resignada”.


Ahora bien ¿Por qué un recital podría significar golpearse o reventarse contra otros? ¿Por qué ir a la cancha significa discriminar, violentarse o no ir exclusivamente para ver el juego?. ¿Por qué, justamente, al igual que con el rock, se dejó de respetar y hacer respetar el derecho a la diferencia –ser hincha de otro club o pensar distinto? como bien manifestaba Marchi. ¿Cómo llegamos a este modelo Di Zeo?, lejos de aquél hincha que se preguntaba “¿Qué sería de un club sin el hincha? ¡Una bolsa vacía sería! El hincha es el alma de los colores. El que no se ve. El que lo da todo sin esperar nada”. Decía Discépolo en su personaje de la película “El hincha”, filmada en 1950 por Manuel Moreno.


Marchi afirma: “Así como el fútbol tiene problemas en hacer entender que se trata de un deporte que se desarrolla en un campo de juego, el rock fue perdiendo la noción de que se trata de una manifestación artística que se desarrolla en un escenario [...] en la actualidad parece imperar en esa fracción del publico de rock, mayoritario en apariencia, un concepto que indica que la entrada debería ser gratuita y que el acceso a un recital, ya no el pago de un boleto, otorga derecho de hacer cualquier cosa [...] El odio social no es exclusivo de los jóvenes que van a recital sino que penetra bien adentro del tejido poblacional argentino. Abarca todos los estratos sociales, pero es en algunos recitales de rock donde se manifiesta más abiertamente en cánticos extrapolado de las tribunas futboleras: “Vamo (poner nombre del grupo o artista que corresponda)/ con huevo vaya al frente / que te lo pide, toda la gente (...) una bandera que diga Che Guevara, un par de rocanroles y un porro pa´fumar/ Matar un rati para vengar a Walter/ que en toda la Argentina comienza el carnaval”.


Asi los vicios del rock y el fútbol se retroalimentan: Hoy el fútbol es pan y circo –lo dice Spinetta- una bolsa que fusiona violencia, cultura del aguante, cumbia/rock y una discursividad precaria de canciones marginales.

Goles con la mano

Como apéndice del libro, Marchi agrega un fragmento de la entrevista a Spinetta para La Mano, donde le pregunta: "¿Los artistas que hacen música lúcida ayudan a ordenar eso que decís (un desorden social generado desde la dictadura del ´76)?"

Ante lo que Spinetta responde: "Si, pero después toda la pendejada sale masivamente a ver otra cosa y en definitiva la tendencia es otra, que es mucho más de tirarse para atriqui. Una cosa es que un genio como Maradona, que demostró que podía hacer goles con la nariz, haga un gol con la mano. Otra cosa es que todo un pueblo se dedique a transgredir la norma de todo y que eso sea la posta y ganarse el campeonato mundial. No, Maradona lo ganó, los boludos que usan eso hundieron el país con esa actitud de violar todos los convenios y todas las cosas. Termina en una bola de delincuencia; arrebatan la vida a la gente. ¿Pobreza? Es decir: mirá yo me quedo con una guita acá... es la misma actitud: yo hago un gol con la mano. ¡¡Está prohibido hacer goles con la mano!!

Maradona no necesitaba hacer el gol con la mano, porque después demostró que hacia un gol increíblemente mejor. Se lo dieron por decir “este es tan bueno... dáselo porque es un genio”. Pero esa es la habilidad de un Dios, no de un delincuente. Y eso es lo que la gente no entiende. Le gusta más la parte oscura de Maradona que la parte del genio iluminado. Les gusta más el otro. Me tiene podrido eso, parece que la gente no sabe respetar a sus dioses."

Spinetta declara en un momento que "el arte lo hacen los artistas, no el público". Y al fútbol lo hacen los jugadores y no la hinchada. Esta chabonización en doble sentido que hicieron al fútbol y el rock hermanos adoptivos, es sin dudas resultado de 30 años de políticas de Estado sin educación ni trabajo. Nuestra sociedad se deterioró en todos los sentidos, desde valores morales y éticos hasta el valor por el trabajo. El rock y el fútbol no podían ser la excepción. Está en nosotros hacer de ambos un folclore sano pero también, de alejarnos de esa cavernización, salir de la caverna, como aquel hombre de Platón, para encontrar "la iluminación".

Por Hernán Bañez.
Nota publicada en Revista Yo Soy La Morsa Nº19 - Junio 2010
Ilustración de Gustavo Nápoli