Hobbes, en su obra Leviatán (1651), sostenía que el
estado de naturaleza era un estado de guerra, donde las personas luchaban por
el poder impulsadas por su ambición. Para él, la vida en ese estado sería "solitaria,
pobre, desagradable, brutal y corta". En contraste, Locke, en Segundo
Tratado sobre el Gobierno Civil (1689), veía el estado de naturaleza como
un espacio de libertad, donde los individuos eran actores racionales que
intentaban evitar conflictos violentos siempre que fuera posible.
Años después, Jean-Jacques Rousseau, en El
contrato social (1762), desafió estas ideas al afirmar que el ser humano es
bueno por naturaleza y que es la sociedad la que genera desigualdades e
injusticias. Según él, el hombre nace compasivo y pacífico, pero se corrompe
por el deseo de poder y la propiedad privada. En su época, estos pensadores
representaban tres corrientes: absolutismo, liberalismo y radicalismo.
Hoy, podríamos decir que sus ideas se reflejan en conservadores, liberales y
progresistas, respectivamente.
Hobbes y Locke debatían sobre el origen de una humanidad
violenta y destructiva antes de que la civilización la organizara, mientras que
Rousseau asumía un origen compasivo y pacífico, donde la sociedad y sus bienes
promovían la desigualdad y la violencia. Esta visión rousseauniana se vincula
con el pensamiento de Michel Foucault, quien en Vigilar y castigar
(1975) argumentaba que las estructuras sociales—escuelas, cárceles y hospitales
psiquiátricos—no solo organizan a los individuos, sino que también los moldean
y, en algunos casos, los reprimen.
Este pensamiento progresista ha derivado en la idea de que
el niño violento debe permanecer en el aula porque es el sistema el que lo
desvirtúa; que el ladrón debe volver a la calle porque es la sociedad la que lo
corrompe; y que la persona con trastornos psiquiátricos debe estar en su casa
porque es la institución la que lo enloquece. Sin embargo, la realidad nos
muestra que los violentos afectan a los niños sanos, los delincuentes asesinan
y las personas con trastornos psiquiátricos pueden representar un peligro para
sí mismas y para los demás.
La historia de la civilización, con más de tres mil años
de evolución, ha demostrado que la falta de normas conduce a la anarquía.
El progresismo neofoucaultiano ha promovido un abolicionismo de las
estructuras del Estado que ha desembocado en una sociedad más violenta, casi
como si estuviéramos en una etapa de descenso evolutivo, representada en
una campana de Gauss.
El ser humano no es inherentemente bueno y necesita normas y
controles que lo encaucen. La civilización es el mecanismo que permite
comprender el verdadero estado natural de las cosas y ejercer el respeto hacia
los demás y hacia las reglas. Sin consecuencias, no hay orden.
¿Qué significa "woke"?
El término "woke" proviene del inglés y
significa literalmente "despierto". Originalmente, surgió en
la comunidad afroamericana de Estados Unidos en la década de 1930 como un
llamado a estar alerta frente al racismo y la discriminación. Con el tiempo, su
significado se expandió para abarcar otras causas sociales, como el feminismo,
los derechos LGBTQ+ y la justicia social.
Desde finales de la década de 2010, el término comenzó a ser
utilizado de manera despectiva por sectores conservadores para referirse a
políticas progresistas que consideran excesivas o agresivas. En la actualidad,
el concepto "woke" se ha convertido en un punto de debate global, con
algunos sectores defendiendo su importancia en la lucha contra la desigualdad,
mientras que otros lo critican por promover una cultura de la cancelación y la
censura.
Datos de actualidad
En los últimos años, el impacto del pensamiento "woke" ha sido evidente en diversas áreas. En Argentina, por ejemplo, el debate sobre la educación y la seguridad ha reflejado muchas de estas ideas. Recientemente, se han impulsado políticas que buscan reducir la presencia policial en ciertos barrios bajo el argumento de que la criminalidad es consecuencia de desigualdades estructurales, una postura alineada con la visión progresista sobre el origen de la violencia: El garantismo.
Asimismo, en el ámbito cultural, el concepto
"woke" ha influido en la producción de contenido audiovisual, con un
énfasis en la representación de minorías y la revisión de narrativas
tradicionales. Sin embargo, esto ha generado críticas por parte de quienes
consideran que algunas de estas iniciativas han llevado a una
sobrerrepresentación forzada y a la censura de expresiones artísticas que no se
alinean con la agenda progresista.