PARTE DEL CONURBANO
PADECE DE ESTA SITUACIÓN
LAS FAMILIAS NUMEROSAS QUE VIVEN EN VIVIENDAS PRECARIAS EN LOMAS DE ZAMORA
Por Oscar Benitez, Agustina Montivero, Chiara Quiñonez y Jonathan Roldán.
Alrededor de 3 mil familias pertenecientes a esta localidad se ven obligadas a instalarse en viviendas informales, como zonas marginales y con carencia de medios económicos o no pueden acceder a un crédito hipotecario.
Cada vez más familias de Santa Marta están viviendo en casas
prefrabricadas y paredes hechas de chapas, ensambladas con algún que otro hueco,
donde afuera a unos pocos metros está el baño hecho de plástico.
Se consideran en situación de pobreza monetaria todos los
niños o niñas pertenecientes a hogares cuyos ingresos familiares no permiten adquirir
en el mercado una canasta y servicios básicos valuados en $7,033 mensuales. Esta
situación, que incluye a la población con familias más numerosas y el escaso
ingreso debe alimentar a más gente. Este alto número de chicos pobre es
un factor de reproducción de la pobreza por el impacto cultural, educativo y
laboral negativo que implica criarse en un ambiente de carencias básicas.
Nota color
De contenedor a casa
¿Alguna vez imaginaste que fuera posible esto? Sería algo muy
extraño. Resulta que para esta madre y sus cuatro hijos vivir dentro de un
contenedor era su única opción de tener un hogar. Veremos como con un poco de
creatividad convirtió éste espacio en algo realmente único. Ella es “Lulú”, quien tuvo que verse obligada
a abandonar su hogar, la cual sin tener muchas
opciones transformó un contenedor en algo asombroso .Se lo puede ver cuando
viajas en el tren hacia Remedio de Escalada.
Así Lulú con sus cuatro hijos en este nuevo hogar modificado por ella, se vio entre tantas cosas que hacía, estudiar, llevar una jornada de trabajo completo y dedicarle tiempo a sus hijos. Era difícil pagar el alquiler por lo que tuvo que tomar una decisión: obligada a dejar su casa le tocó mudarse a un contenedor de transporte de 15 metros cuadrados que consiguió gratis. Lulú sin ningún tipo de experiencia en el área de la construcción, consiguió armar su casa e hizo una cocina usando materiales del vertedero de basura para transformar el contenedor en su hogar.
Así Lulú con sus cuatro hijos en este nuevo hogar modificado por ella, se vio entre tantas cosas que hacía, estudiar, llevar una jornada de trabajo completo y dedicarle tiempo a sus hijos. Era difícil pagar el alquiler por lo que tuvo que tomar una decisión: obligada a dejar su casa le tocó mudarse a un contenedor de transporte de 15 metros cuadrados que consiguió gratis. Lulú sin ningún tipo de experiencia en el área de la construcción, consiguió armar su casa e hizo una cocina usando materiales del vertedero de basura para transformar el contenedor en su hogar.
Un
caso de superación
Rubén Darío Montivero Alias “Jaris” nació el 4 de febrero de
1977 en la provincia de la Rioja. Vivía con sus padres y sus 4 hermanos. Allí tenía
una casa de adobe, luego se mudaron a Buenos Aires y al principio vivieron en
casa de “doña Alzira”, hasta que la madre consiguió una casa para cuidar de
unos bolivianos, donde vivieron muchos años. Luego consiguió un terreno al
costado del Riachuelo en Falucho y se pusieron construir una casa muy precaria
de madera de palet. Pero por las constantes inundaciones tuvieron que volver a
la casa de los bolivianos. La madre les regaló el terreno a su hermano mayor y
tuvieron que alquilar en Villa Albertina,
para sus 18 años la municipalidad le cedió un terreno a su madre donde Darío
vive actualmente.
Dario cursó la primaria en la Escuela número 65º “Prensa
Argentina” de Santa Marta y la Secundaria en la escuela Politécnica “Manuel Belgrano”
en Capital Federal. Sus pri meros trabajos fue ron ayudando a su mamá en el armado de los puestos de la feria
de Santa Marta vendiendo muñecos o comidas. A los 12 años empezó a trabajar como
ayudante de albañil, luego como electricista y a los 16 como ayudante de técnico
reparador de fotocopiadoras. A los 17 años en armado de computadora y ya a los
18 años entró a trabajar en lo que se ría su primer trabajo en blanco, donde estuvo
10 años.
Hoy con sus 41 años se dedica al mantenimiento de contadoras
y clasificadoras de billetes, para mantener a su esposa e hija.
Opinión
Opinión
Por Marcelo Castaldo. Sin lugar a dudas las familias numerosas
son las más vulnerables y más
afectadas por la situación económica. Esto conlleva a que gran parte de sus
ingresos económicos sean destinados a la alimentación como primera necesidad. Además
de esto, enfrentan otros gastos como toda familia, pero al ser muchos sus integrantes
no les permite tener la posibilidad, muchas veces, de tener un poder de ahorro para destinarla al desarrollo y
comodidades necesarias.
El hacinamiento, precariedad de los
elementos de construcción, la falta de los servicios adecuados para el digno desarrollo de salubridad hace
de estas familias que tengan menos posibilidad de desarrollarse económicamente
e incluso intelectualmente y es aquí, en estos casos, donde el Estado debe
estar presente, para poder alcanzar una sociedad más justa, no si se permite
que los más vulnerables sigan viviendo en condiciones precarias, debe ser para
el resto de la sociedad.
No habrá adulto jamás sino se
atienden ninguna de sus necesidades. No habrá
justicia si existe desigualdad social.
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A modo de conclusión
La vivienda, la madre de todas las batallas
En el proceso de producción de esta nota junto a los chicos, fueron surgiendo certidumbres y respuestas a un conflicto que a todos nos afecta, aunque a pocos les duele: La desigualdad. Quienes viven en barrios alejados, periféricos, asentamientos o "villas" sufren, además de las obvias condiciones edilicias, los problemas de acceso a los servicios públicos -especialmente el agua, vital para la salud- y el transporte público. Vivir a 10 cuadras del primer colectivo que luego de un viaje de 30 minutos te lleva a una estación de trenes, es un perjuicio para quien quiere trabajar.
Un país que quiere crecer debe sentarse sobre una mesa de cinco patas: trabajo, salud, educación, vivienda y obra pública. Estas cinco no pueden detenerse, ni descuidarse. Son las que traerán calidad de vida a las personas de nuestro país, aunque claro que los resultados se verán siempre a largo plazo.
En el caso de la vivienda, con los chicos descubrios o llegamos a la conclusión que no es necesario construir nuevas casas o barrios por parte del Estado, mucho menos por el sector privado, si no recuperar la capacidad ociosa que hay en las ciudades. Terrenos, fábricas y casas abandonadas, ocupadas o en manos de personas sin la propiedad debida. El mercado nunca brindará soluciones porque avala -y defiende- la especulación.
Cuando caminamos por nuestros barrios, o centros urbanos, podemos ver decenas de propiedades abandonadas, tapiadas o con los eternos carteles de "Dueño Vende". ¿Pensaste que cada una de esas construcciones pueden convertirse en vivienda de quienes necesitan hogar o comercio de quienes quieran generar trabajo?. Y mejor aun ¿en una zona no relegada?.
Sin embargo hoy un alquiler para vivir, para poner un negocio y ni que hablar de acceder a la vivienda propia es algo inaccesible para la gran parte de la población. Y lo que se repite incesablemente es construir atrás o arriba de la casa materna para armar la familia propia. Lo que llamamos parche del parche.
Argentina necesita una ley que obligue a propietarios a agilizar el mercado inmobiliario aun en detrimento de los valores -lo que justamente lo haría más accesible a las clases más relegadas- y necesita de un Estado que intervenga ágilmente en propiedades abandonadas, para que las pueda convertir en viviendas o fuentes de trabajo.